2009/08/28

ARENILLA PARA MIRTHA LUZ PÉREZ ROBLEDO (publicada en septiembre de 2008)



Hace dos o tres años un afecto me mostró un poema de Mirtha y me dijo: “Pucha, mirá, ¡qué alzada!”. Los dos primeros versos del poema decían: “No soy de Comitán / Comitán es mío…”. Estos versos habían causado escozor en el espíritu de mi amiga. ¿Habían causado sólo escozor? Le pregunté si con su comentario no existía también un cierto celo desmedido. Después que platicamos un buen rato, ella terminó aceptando que, en efecto, le había causado escozor que alguien más se apropiara de lo que ella, de igual manera, consideraba suyo. A mí el poema de Mirtha sólo me provocó un oleaje de viento fresco.

Los poetas no se apropian de nada, al contrario, toman el aire y lo desenredan para nosotros ¡los lectores! Cuando leí esos dos versos me los apropié con el derecho que tenemos los hombres de apropiarnos temporalmente de las cosas bellas. Mirtha resembró, con esos dos versos, un injerto que los comitecos anidamos en la frontera de nuestra imaginación. Cada uno de los hombres lleva en su alma el corazón de su pueblo natal. Todos los hombres de la tierra se apropian de sus pueblos, los hacen bolita y los esconden en la bolsa de su pantalón. No hay peor cosa en el hombre que saberse de ningún lado. Todos necesitamos un asidero para colgar nuestros goces y nuestras miserias. Los comitecos tenemos cientos de techos con tejas, cientos de calles y banquetas empedradas, miles de balcones de madera y de hierro forjado, y miríadas de tzizimes y cielos azules, azulísimos. Mirtha sólo tomó la fruta del árbol y lo puso entre nuestras manos, entre nuestros corazones. Mirtha le dio a cada uno de los comitecos una canción para chiflar cada mañana: “No soy de Comitán / Comitán es mío…”

A Mirtha la saqué un rato de su encierro de creación y la invité a que jugara un poco con la esencia de su vocación: la palabra. Acá pues, para los lectores de El Heraldo de Chiapas, algo que puede significar para el mundo lector un Mirtha no sólo es de Comitán, Mirtha es nuestra.

1.- ¿Es la placenta del poeta la tierra más próxima del hombre?

No, la tierra más próxima es su imaginación.

2.- Si estás sola en un cuarto, ¿qué piensa el cuarto al que ya le quitaste el gusto de su soledad?

Tal vez no piense que le he quitado su soledad, quizá crea que podrá enterarse de algunas cosas mías.

3.- Si viviéramos en uno de esos planetas que tienen dos o más lunas o viviéramos en una luna de esos planetas, ¿en qué modificaríamos nuestra percepción acerca de esos satélites?

Pues imagina lo que habría escrito Lorca o Leopoldo Lugonés. Yo, por lo menos, en lugar de escribir Canto de amor para la luna lo habría escrito en plural. Asimismo imagino las dificultades que hubiesen tenido los norteamericanos para llegar a las lunas (si es que llegaron).

4.- Cuando los comitecos condenamos al silencio, ¿lo crucificamos o lo mandamos a la horca?

¿Lo condenamos? Yo creo que el silencio es el lenguaje del espíritu, porque en el silencio nos escuchamos y escuchamos al universo. El silencio también nos sirve para decir lo que no podemos decir, ¡es el grito más fuerte!, a decir de Schopenhauer (aquí, tal vez, debí acudir al silencio).

5.- Un trago amargo, ¿con qué clase de palabra podemos suavizarlo?

Con el silencio, ¿por qué? (...)

6.- Si vos no sos de Comitán, sino Comitán es tuyo, ¿qué clase de impuesto cobrás a los que viven acá?

¡Ah, qué buena pregunta! Los que viven en Comitán me pagan con su calidez.

7.- Los que tienen ciega el alma, ¿con qué clase de braille podés enviarles un mensaje?

Vaya, los que son ciegos del alma pues no creo que sirva de nada nada ¿o sí?

8.- ¿Con qué clase de agua se limpia la mierda que se acumula en los albañales del espíritu?

Con el amor, con la poesía.

9.- Si una mujer te invita a embriag-arte, ¿con qué pinceles armás la tertulia?

Con la alegría, bueno, hay que embriagarse de todo para convertir al mundo en una tertulia, Baudelerianamente hablando.

10.- Así como hay “miedo a hablar por micrófono”, ¿hay pánico por escribir sobre cuadernos blancos?

Nunca he tenido pánico por la hoja en blanco, cuando voy a escribir ya estoy llena del mundo, pero eso sí no me hagas hablar en público porque me quedo muda.

(Mirtha Luz Pérez Robledo es poeta. Obtuvo la beca del FOESCA en 2003 y el Premio Nacional de Poesía Calkini, Campeche, en 2006. Entre sus publicaciones están: “A la diestra del reino” (Imaginarte, 2004), “En el sereno punto” (Tinta nueva, ediciones, 2006), y “Vacío bajo la luna y el dulce retorno” (UNICAH, 2007)).
ARENILLERO