2009/08/28

ARENILLA PARA HERNÁN BECERRA PINO (publicada en septiembre de 2008)




Como a todos mis entrevistados, a Hernán le pedí una foto de su persona. La intención de incluir la foto es obvia: que los lectores conozcan físicamente a mi entrevistado.

Hernán, muy formal, mandó dos fotos. Cuando abrí el correo hallé una foto donde está Hernán (al lado de Carmen Aristegui) y otra donde está, en primer plano, la pantalla de una computadora y, al fondo, un librero lleno de libros, una pared con un pizarrón con anotaciones, documentos enmarcados y, en un esquinero, casi como de pasada, el fragmento de un mapa. ¿Tenía alguna intención esta otra foto? Tal vez no, tal vez fue una equivocación (sucede a menudo, enviamos archivos no deseados), pero luego pensé que por ahí también podía estar una enseñanza de Hernán. Tal vez sin premeditación, sólo como un hallazgo del destino, llegó la foto. No sé (ni quiero saber) si la foto corresponde a un espacio de la casa de Hernán, lo único que ahora sé es que ahí está la huella de Hernán, ahí está su pensamiento, sus gustos, sus fobias. No importa, incluso, si él tomó la foto o si le pertenece o no. Lo único que importa es que él me la envió. El juego de la vida consiste en hallar la huella del hombre en medio de los objetos donde retoza su mirada. ¿Qué libros lee, Hernán? ¿Qué líneas dibuja sobre los pizarrones en blanco?

Hernán, magnífico entrevistador, sabe que su labor como periodista es mostrar los rasgos esenciales de su entrevistado, descubrir la luz detrás de la palabra. Más allá de la palabra enunciada está el silencio, la pausa y el gesto. En estas hendijas se cuela la personalidad del entrevistado.

El espíritu del hombre, como si fuera la carretera antigua de San Cristóbal a Tuxtla, está lleno de precipicios (voladeros, le llamamos en Chiapas, y esa es una palabra hermosa). Por lo regular, el hombre no acude con frecuencia a hurgar en esos precipicios.

Un entrevistador inteligente conduce a su entrevistado a esas orillas para que se reconozca, para que los lectores veamos un poco más allá de la fachada rutinaria. Porque si bien es cierto cada hombre es único, en las profundidades de esos abismos existe un solo hombre universal en el que nos confundimos todos. Ahí están nuestros temores, nuestros deseos, nuestras miserias y nuestras más íntimas pasiones.

Hernán nos recuerda que la labor de un entrevistador es la del gato que olisquea en cada rincón, en cada libro, en cada rayo de luz, en cada sombra, en cada mota de polvo. Una foto equivocada también puede ser huella de camino andado.

Hernán accedió a jugar al responder este cuestionario, sólo para reafirmar que -a pesar de que la palabra es universal- cada hombre se apropia de algunas de manera especial. Es como si los hombres fuéramos niños y al jugar canicas eligiéramos nuestras “tiradoras”.

1.- Si lograras entrevistar al "Big bang", ¿qué le preguntarías?

-De si fue el origen del universo. Para quitarme una pequeña duda: El terror de no encontrar a Dios en la oscuridad de la muerte.

2.- Tus apellidos huelen a madrugada en el campo, ¿a qué huele el apellido Sabines, de Jaime?

-Huele a atardecer en la ciudad, sobre todo si estamos cerca del mercado tradicional de Tuxtla. En este lugar tuvo su tienda de ropa don Jaime.

3.- El entrevistador es un vouyerista, en el supuesto que también es un poco fetichista, ¿cuál es el fetiche?

- Los calcetines en el hombre, porque puede uno ver el buen o mal gusto (la forma de ellos y su combinación con la ropa) del escritor. Aunque hay entrevistados que nunca usan calcetines como es el caso de Tito Sánchez, de Tapachula, quien escribió un libro llamado La vida útil de Tito Sánchez .

En el caso de la mujer es su bolsa, dice mucho de ella o es un gran misterio.


4.- Imagina que en una noche de bohemia todos los escritores chiapanecos se convierten en luchadores. Di cuatro nombres de ellos que serían rudos y cuatro nombres de técnicos.

-No entendí la pregunta, pero si tuviera que decir cuáles son los escritores más inteligentes de Chiapas, estos serían: Elva Macías, Alfredo Palacios, Marco Aurelio Carballo, Andrés Fábregas Puig, Eraclio Zepeda y tú mi querido chapulín.

Nombres de profesionistas de alta eficiencia en sus técnicas (administrativas, de urología y de poesía) estarían: Marco Antonio Orozco Zuarth, el doctor Hernán León Velasco, el doctor Enoch Cancino Casahonda y Socorrito Trejo.

Tengo la fortuna de ser amigo de todos ellos.

5.- Has caminado cientos de caminos, ¿qué huellas se han pegado de manera indeleble en tus plantas?

-Las huellas de Cristo, sobre todo cuanto estuve en Egipto. Cómo poder olvidar Midan Ataba, en El Cairo.

6.- De todos tus entrevistados, ¿quién se ha acercado más a ser el hombre invisible?

- No es un hombre, es una mujer. Se llama Brianda Domecq, hija de Don Pedro. Sí, ese, el de la bebida. Estábamos, Brianda y yo, acostados sobre una piel de oso polar, en la sala de su casa, cuando me dijo: “Eres mi amigo a pesar de que seas de la clase media.” Ella me daba pistaches pelados en la boca. Al final, ya para despedirnos me dijo: “Toma mi tarjeta y dame la tuya para que te hable cuando me deprima”.

7.- El que anda tras la verdad, ¿tiene de compañera a la mentira?

-Sí, sobre todo cuando escribimos literatura. Ahí nos encontramos ante la verdad de las mentiras.

8.- ¿Qué haces para entrevistar a una mujer que es ciega, sorda y muda?

-Le doy la mano. Su calido apretón me puede dar mucha información, sobre todo si es una mujer bonita.

9.- Si existe un cine negro, ¿cuál es el cine amarillo?

-Es el cine que producen los chinos. Y no es metáfora.

10.- Una buena pregunta es como un rayo: ¡fulmina o ilumina! ¿Cómo siembras la lluvia para que sea pródiga?

-A través de la palabra, que es magia, pero sobre todo serenata de amor en primavera.

(Hernán Becerra Pino nació en 1957, en Tapachula, Chiapas. Realizó estudios de Doctorado en la Universidad de Toulouse – Le Mirail, Francia. Es Premio Nacional de Periodismo “José Pagés Llergo”, en la rama de entrevista).
ARENILLERO