2009/08/28

ARENILLA PARA ARCADIO ACEVEDO (publicada en marzo de 2008)



Durante muchos años soñé conocer Florencia. Una tarde, sin aviso previo, París tomó el lugar de mis sueños. A veces, sobre todo en tardes de lluvia, pienso en mis sueños primarios. ¿Por qué me atraía Florencia? ¿Qué nubes presentía en ella?

Siempre que leo algo de Arcadio Acevedo, o miro algo de su creación, o escucho hablar acerca de él (sean críticas a favor o en contra de su labor periodística) pienso en Florencia. No tengo ninguna duda del porqué de tal relación insólita: veo a Arcadio como un gran espíritu renacentista. Veo a Arcadio como un hombre de esos que actualmente incomodan a medio mundo. Estos tiempos, estas tierras mexicanas, enaltecen a la especialización. La sociedad se inclina ante los hombres que saben “todo” acerca “de su especialidad” e ignoran a los hombres que caminan muchas sendas.

Arcadio Acevedo es periodista; Arcadio Acevedo es caricaturista; Arcadio Acevedo es narrador; Arcadio Acevedo es artista plástico. Por esto, en Chiapas, Arcadio aparece anotado en la relación de periodistas, en la relación de artistas plásticos, en la relación de narradores, y en la relación de caricaturistas, pero, acá entre nos, su nombre aparece en medio de una bruma. Yo tengo una apreciación particular acerca de esa niebla. Los periodistas ven a Arcadio como caricaturista; los caricaturistas ven a Arcadio como narrador y así hasta el infinito. Y es que ya lo dijo ese espíritu renacentista maravilloso y cachondo que se llama Susana Zavaleta: “los artistas multidisciplinarios no tenemos cabida en este país”. ¡Así es, los “especializados en algo” no perdonan que alguien haga tanto con la aparente sencillez de quien lo hace con la mano en la cintura! A ellos les cuesta mucho trabajo hacer una sola cosa, por eso magnifican sus obras.

La luz de Florencia alentó la luz renacentista, ese cielo que sembraba el espíritu de Leonardo. ¿Qué pasa en París?

Ya es hora de desacralizar a la especialización y ponderar el mérito de quienes son espíritus renacentistas. Chiapas debe saber que su luz proviene no sólo de los hombres que iluminan con luz de reflector, sino también de los hombres que alumbran con mil espléndidas luces de cerillo. Tal vez es momento de decir que en Chiapas esta relación de espíritus multidisciplinarios la encabeza Arcadio Acevedo. Arcadio, a partir de este día, pertenece a una lista singular: la de los artistas con espíritu renacentista. Son pocos en el país.

El otro día hallé a Arcadio levantando piedritas, le pedí (ya que andaba en esos trajines) buscara algunos de los frutos que maduran por encima de los techos. Para los lectores de El Heraldo de Chiapas acá están esos frutos.


1.- Arcadia es un país idílico, ¿qué clase de país es Arcadio Acevedo?

Ayer, un paisito tercermundista atiborrado de analfabetas, conservador, que, tras una sucesión de asonadas de escepticismo en tierra fértil, defenestró a la fe, la condenó al cadalso.

Hoy, un país quintomundista, enanoide, caótico, habitado por una tupida rama de los fantasmas de Comala (nací cerca); por los peregrinos de León Felipe y los juglares de Serrat y Silvio; por las muchachas cortijeras de Ramón López Velarde; por las erupciones ígneas, sulfurosas de Giovanni Papini. Un país de parcelas regadas con los escupitajos insolentes de Renato Leduc. Hoy, una republiquilla liberal, ínsula Barataria en el océano terrestre, ubicada en el centro de los entresijos del mundo, superpoblada de niños curiosos de enormes ojos, de niños que lloran en penumbras y buscan en penumbras, bajo la mesa, mendrugos de certeza, moronas de luz, sin éxito.



2.- ¿Qué clase de pulgas brincan en el petate de tus deseos?

Desde siempre, Alejandro –y hasta nunca, lo sé bien-, han brincado en mi desleído petate las pulgas que nunca han retozado en él, justamente.

Me explico: no sé cuándo se me enredaron los hemisferios en el interior de mi cabeza. Ignoro cuándo las noches y los días se fundieron en una misma pasta. Pensando, a veces, que no me alcanzarían mis propios atributos para llenarme a mí mismo; creyendo en otras que mi pusilánime ego era incapaz de contenerme a cabalidad, todas las empresas que soñé emprender quedaron como las estatuas de los próceres en la Calzada de los hombres ilustres, en Tuxtla: por mitad, en “veremos”, inconclusas.

Saltan idealmente en mi petate, reitero, las pulgas que nunca han saltado ni saltarán en él: la paciente pulga, el piojo escritor, la pulga generosa, el piojo pintor, la liendre amorosa, la chinche humilde, el creyente piojo.



3.- ¿Qué necesitan hacer las bolonautas para treparse en tu trasbordador?

Ser ciegas, sordas, mudas. Tontas, por añadidura. Tener las manos curtidas como los campesinos de antaño -especie extinta por la corrupción de los gobernantes y por la miseria (consecuencia de la riqueza criminal de los gobernantes). Tener los dedos encallecidos para que puedan ellas arrancarme la corteza, asomarse a mi interior sin riesgo de sufrir lesiones graves.

Las mujeres que han intentado quererme me describen: Sos una pitahaya, en verdad. Rojo, suculento y agridulce más abajo de las espinas.

Las mujeres que he enseñado a aborrecerme, me definen también: ¿Pitahaya? ¡Puta! Un pez globo es lo que sos. Llegarte a probar sin riesgo de morir envenenada requiere de voluntad y destreza. No vale la pena la temeridad por carne tan escasa y magra. Pitahaya... ¡Mi coyol!



4.- ¿Qué sigla define a este siglo? Explica el significado .

La “V”. Violencia en todos los órdenes y en los desórdenes todos. No hace mucho cantó victoria por nosotros. Detuvo los dragones de la guerra con flores blancas. Puso el amor en la canasta básica de las buenas conciencias con flores. Hoy, esa misma “V” nos arranca los ojos. Nos asfixia con pétalos.

La certidumbre de tener que cerrar el libro de la vida cuando apenas empezaba a comprenderlo e interesarme en su lectura, me resulta violenta de muchas maneras. Muy violenta.



5.- ¿Cuáles son los cinco pasos que debe seguir un galán para desinflar el ego de una muchacha de la High?

Esta pregunta tendrían que contestarla –no sé si podrían- los galanes. Insulso, caldo de complejos, por salud genital no suelo desear las nubes, pues, me consta, de las faldas de las colinas y montañas no paso. Me aterran las alturas.

Pero si es obligatorio el responso, Alejandro, te digo: para pincharles el ego a las chicas de la High, se me ocurre, basta con mirarlas un rato a la cara fijamente, con vehemencia. Y seguir luego nuestro camino dándoles la espalda. Nadie pierde en la jugada, todos ganan.

Al cabo, cuando te sepan capaz de pararte arriba de un buñuelo sin romperlo porque no traes un peso en la bolsa, lo que fue polvareda de zalamerías se volverá viento, chifloncillo desencantado. Nada.



6.- Si Meridiano significa "culito de mediodía", ¿qué significa el nombre del artista japonés Utamaro?

Utero de úteros. Utamadrero. Dicho sea con la fascinación que sobre mí ejercen las mujeres. Todavía.

Kitagawa Utamaro. Renunciaría al diezmo de mis fobias, a la jauría de mis perros melancólicos, a la mitad de la corte de mis querubines antropófagos, bisexuales, por la gracia de descifrar un día en el óleo, como Utamaro, a la muchacha lunática (hoy con brotes recientes de futuro en su regazo) que aviva mis sueños y adormece mis vigilias.

Cambio mi hada madrina –hato de varas mágicas incluido- por la hermenéutica femenina de Utamaro, por sus llaves maestras, por sus míticas ganzúas.



7. Si fueras serpentín, ¿qué preferirías destilar y por qué?

Tinta, como los calamares de papel, para disimular tras la nube negra mis miserias, mis errores. Para camuflar mis ganas de pedir perdón a quienes, hombres, mujeres, animales o cosas, sin motivo o con él, he agraviado a lo largo de mi prolongada maratón de tropelías.


8.- "A Dios rogando y con el palo dando". Haz tres variaciones de este refrán .

Adiós dando y con el palo rogando.

Rogando palo y con el dios dando.

Dando con el palo a Dios y rogando.



9.- ¿De qué tamaño debe ser el postigo para cubrir la ventana de un alma en pena?

Si por el postigo (puertecilla hecha en las puertas o ventanas, Larousse dixit) se han de fugar los humores fétidos del claustro, los propósitos rancios, las alimañas y las bestias de la oscuridad en estampida, debe ser tan grande como la puerta o la ventana que lo contiene. O mayor aún.

Si, por el contrario, ha de ser la puerta de ingreso de lo diáfano y luminoso, puede reducirse el postigo a un orificio minúsculo, simbólico, a una infinitesimal cicatriz de sol, apenas perceptible en la carne sensual de la madera. A la luz le basta con el menor resquicio para rasgar tinieblas si se le invita a pasar.



10.- Si Pellicer te dijera: "...cuando te plazca, vamos a colocar la tarde donde quieras...", ¿en dónde la colocarías y por qué?

En el congelador, enterrada bajo toneladas de sal (lágrimas congeladas, a su vez). Pretendo evitar que derretida la tarde me caiga la noche encima, a deshoras.

Finalmente, una sugerencia, mi polifacético, admirado Alejandro: si tu intención es ofrecer al lector de El heraldo de Chiapas respuestas profundas, inteligentes, publica las puras preguntas. No tienen jefa.

¿Arenillas? ¡Utamaro! Ladillas son. Tormenta de arena en mi Sahara interno, piedras en mitad del pecho son.



(Arcadio Acevedo nació en Zamora, Michoacán. Radica en Chiapas desde hace muchos años. Es, como ya se dijo en la introducción de esta Arenilla, un artista multidisciplinario. Actualmente escribe en su página personal: http://losbolonautas.ohlog.com)
ARENILLERO